Sin reparación no hay Justicia
Entrevista a Rosa García Alcón, miembro de La Comuna de Presxs y Represaliadxs del franquismo
Para La Comuna lo principal es obtener justicia, es decir, que sean juzgados los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1936 y 1983. No puede haber reparación si no hay justicia.
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Por Angelo Nero
Rosa García Alcón era alumna de la Facultad de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, cuando cayó en una de las redadas de la temida Brigada Político Social (BPS). Solo un mes después, Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, conocido torturador de la policía política franquista, recibía una felicitación pública por la desarticulación del aparato de propaganda del FRAP. En esta organización antifascista militaba Rosa García Alcón, a través de la Federación Universitaria Democrática Española. Este episodio marcará un antes y un después en la vida de Rosa, como en la de tantos que pasaron por los calabozos y prisiones de España, durante el régimen franquista y también en la transición, como Chato Galante, con quien coincidirá más tarde en La Comuna de Presxs y Represaliadxs del franquismo, en las querellas contra Billy el Niño puestas en España y en la Querella Argentina.
En el informe sobre España del Relator de la ONU, Pablo de Greiff, señalaba que: “el modelo vigente de “privatización” de las exhumaciones, que delega esta responsabilidad en las víctimas y asociaciones, alimenta la indiferencia de las instituciones estatales y conlleva dificultades metodológicas, de homologación y de oficialización de la verdad”, parece ser que, en este sentido, poco se avanza en la promoción de la Verdad, la Justicia y la Reparación, en el nuevo anteproyecto de la Ley de Memoria Democrática, donde se pone en manos de los ayuntamientos la apertura de las fosas y se sigue ignorando el papel necesario de los jueces en las exhumaciones, quedando la Reparación en algo simbólico, privado, la Justicia sigue sin estar garantizada y la Verdad, parece que se queda en mera declaración de intenciones. ¿Qué valoración hace La Comuna de Presxs y Represaliadxs del franquismo, de este proyecto de ley, y qué diferencias sustanciales encontráis con la Ley de Memoria Histórica de 2007? ¿Crees que realmente el gobierno ha tenido en cuenta al movimiento memorialista en la redacción del proyecto de Ley de Memoria Democrática, o que a pesar de haberles escuchado no refleja en conjunto las demandas de los colectivos, como el vuestro, que lo forman?
Desde La Comuna de presxs y represaliadxs del franquismo valoramos positivamente la presentación de este Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática ya que viene a sustituir a la anterior ley de 2007, conocida como de Memoria Histórica, que nació raquítica y cuyo recorrido ha sido escaso.
En este anteproyecto se recogen algunas de las reivindicaciones que las asociaciones de la memoria histórica venimos manteniendo desde hace muchos años, resumidas en el derecho de verdad, justicia y reparación. Sin embargo, a tenor del texto de este anteproyecto, y a nuestro criterio, tales derechos no están del todo recogidos, en concreto el derecho a la justicia y a la reparación efectiva.
En el tema de la verdad se producen algunos avances con respecto a la ley de 2007 y en cuanto a la reparación, en todo momento se menciona una reparación moral, simbólica. Sin embargo, como dice Fabián Salvioli, Relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, no se pueden escoger cuáles derechos sí y cuáles no, porque son inseparables, forman parte de un todo establecido por el Derecho internacional como única forma de garantizar que los horrores que se produjeron vuelvan a suceder.
Recientemente se ha publicado un estudio de Enrique Javier Díez Gutiérrez, sobre “La Memoria Histórica Democrática en los libros de texto escolares”, en la que se puede leer una pormenorizada investigación sobre las grandes lagunas en la materia en los contenidos curriculares de la ESO y el Bachillerato, y encontré fragmentos como este: “El alumnado, como sujeto de ciudadanía, debe vincularse en y desde la escuela con el ejercicio de la democracia –entendida como espacio de libertad y responsabilidad a través de la participación en lo colectivo- y con el compromiso activo por la justicia social y la igualdad entre los seres humanos, tanto en la perspectiva de clase como de género. La memoria histórica aporta a la mirada escolar una información indispensable para entender nuestro pasado reciente y las raíces de la resistencia social a la dictadura sobre las que se asiente la convivencia democrática del presente”. ¿Sigue siendo en nuestros colegios e institutos, en la enseñanza de este país, la Memoria Histórica, la gran asignatura pendiente?
Por supuesto. Los colegios e institutos son un reflejo de la sociedad y, a la vez, representan una posibilidad de incidir en ella, tienen esa doble capacidad.
Con el documental “El Silencio de otros” se ha dado la posibilidad de llegar a los institutos y hemos tenido la oportunidad de cerciorarnos de esa gran laguna sobre la memoria y, a la vez, de ver la intensidad y la emoción con que viven las alumnas y los alumnos lo que cuenta el documental y sus ansias por conocer más.
Chato decía que era curioso que se estudiara más el Pleistoceno que la historia más reciente de nuestro país. El silencio impuesto ha sido un arma fundamental, primero en el franquismo y luego en la transición, para mantener el poder en las mismas manos.
En mi época de colegio (años 60 y 70) se estudiaba la historia de los vencedores. Los libros de texto terminaban con la foto de Franco y José Antonio Primo de Rivera, pero en mi casa sí se hablaba de la guerra. Mi madre nos contaba los bombardeos en Madrid, la detención y las torturas que sufrió su hermano mayor, mi tío Pedro, que vivía en A Coruña cuando estalló la guerra pero que acabó en Madrid al final de la misma y que pasó 16 años en la cárcel; o de la desaparición de su suegro, mi abuelo Virgilio, cuando entraron los fascistas italianos y los falangistas en Santander. Mi padre hablaba menos, pero también nos contaba los sufrimientos de un niño (él tenía 11 años) que vivió el horror de los bombardeos en Bilbao. Y todos los mayores nos hablaban sobre todo del hambre. El terrible y doloroso hambre que sufrió toda la población (salvo los “adeptos al régimen”) tras la guerra. Fue un durísimo castigo de los vencedores “patriotas” contra su propio pueblo que había ofrecido una resistencia heroica al fascismo.
Han sido cientos, miles, las personas represaliadas por el franquismo, encarceladas, torturadas y ejecutadas, en base a una legalidad que, todavía hoy, no ha sido puesta en entredicho, tu misma has sufrido la cárcel y la tortura, por defender tus ideas, por luchar contra aquella terrible dictadura. ¿Cuál es, para ti, y para el colectivo de la Comuna, el camino que debería tomar el Estado español para una Reparación plena con todos aquellos que padecieron la represión y que incluso perdieron la vida? ¿Creéis que es posible, con el actual marco jurídico, que el estado articule algún tipo de Reparación justa, habida cuenta que el citado anteproyecto excluye, por ejemplo, a las víctimas de torturas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado?
Como ya he comentado la reivindicación de verdad, justicia y reparación no es baladí, es una necesidad imperiosa para evitar la repetición de las violaciones de derechos humanos. Un estado de derecho tiene la obligación de garantizar que se respetan los derechos humanos. No hay término medio entre democracia y dictadura. O lo uno, o lo otro. Y, desde el triunfo contra el nazi-fascismo tras la II Guerra Mundial, la democracia solo puede ser antifascista o no ser.
El Estado español es una anomalía de estos principios democráticos. Tras la muerte del dictador no hubo una ruptura, no se depuraron las instituciones de elementos adeptos al régimen franquista; se mantuvieron los mismos militares, policías, jueces, altos funcionarios, … Y los mismos banqueros y empresarios que se habían enriquecido con el franquismo y que lo habían sostenido, siguieron haciendo negocios con las administraciones “democráticas” con los idénticos métodos corruptos. Ese es el auténtico lastre que arrastramos: la impunidad del franquismo.
Para La Comuna lo principal es obtener justicia, es decir, que sean juzgados los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1936 y 1983. No puede haber reparación si no hay justicia. En el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática esta posibilidad es bastante remota, por no decir ignorada. A pesar de que en la Explicación de motivos se habla de seguir las indicaciones de la justicia universal transicional, no aparece el término de delitos de lesa humanidad, por ejemplo. Se crea una Fiscalía especial, que aún está por definir, pero ya en el artículo 3, sobre definición de Victimas, no está claro que se considere víctimas a quienes hayan sufrido torturas o detenciones ilegales (este término ni siquiera aparece), o hayan sido asesinadas por las fuerzas de orden (tampoco aparece), por lo que las víctimas de la transición y de la dictadura que sufrieron torturas o fueron asesinadas por las fuerzas de orden quedarían fuera de esta definición.
Supongo que lo habrás contado muchas veces, que sea como rascar en una cicatriz que no termina de cerrar del todo, pero ¿cómo recuerdas la experiencia traumática de tu paso por los calabozos de la Puerta del Sol, y de tu estancia en la cárcel de Yeserías?
Sí, lo he contado muchas veces en los últimos años, después de no haber hablado nada de ello en los cuarenta años anteriores… No me resulta fácil ni agradable recordar ese tiempo pero hay que dar testimonio para mover esa losa de silencio que todavía pesa en nuestra sociedad.
La tortura y los malos tratos fueron sistemáticos y generalizados, es decir, que cualquier persona que era detenida y que entraba en un cuartel o cuartelillo sabía lo que le esperaba. La impunidad de los policías, guardia civiles y demás servidores de su “ley” se sabían impunes y, además, muchos recibieron premios en metálico y medallas por ejercer como torturadores.
El paso por los despachos y calabozos del edificio de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol (hoy sede del gobierno autonómico) significaba entrar en un mundo aparte, donde estabas en manos de unos sicarios que podían hacer lo que quisieran ya que sus jefes no les iban a pedir ningún tipo de responsabilidad, al contrario. Lo cierto es que cuando salíamos de allí, camino de la cárcel en la mayoría de las veces, teníamos la sensación de haber escapado del infierno.
En Yeserías estuve tres meses, tuve la suerte de que murió Franco, y los que le sucedieron intentaron aligerar las cárceles, abarrotadas de presos políticos en ese momento, ya que el régimen estaba aislado a nivel internacional debido a las masivas movilizaciones y denuncias de los gobiernos democráticos que habían tenido lugar por los fusilamientos del 27 de septiembre de ese año.
En Yeserías nos organizábamos en comunas y compartíamos lo que teníamos: ropa, comida que nos pasaban nuestras madres, pecunio (dinero carcelario), lecturas y todo lo que nos hiciera posible mejorar nuestra situación de presas. La solidaridad era nuestra mayor fuerza.
En todos estos años habrás coincidido con muchos compañeros y compañeras en la lucha por la Memoria, pero es obligado preguntarte por Chato Galante, ya que hace unos meses participaste en un homenaje que le en el marco de las “II xornadas de Memoria Histórica de Pontevedra, Na Loita contra a Impunidade”. ¿Qué nos podrías contar de este gran referente en el movimiento memorialista, de su labor intensa de divulgación y su implicación en la Querella Argentina? y también ¿cuál es la sensación que te ha dejado, creo que este año ya has viajado dos veces a nuestra tierra, el movimiento por la Memoria Histórica en Galicia?
En cuanto a Chato, tuve el honor de presentar el emotivo homenaje que se le hizo en las II Xornadas de Memoria Histórica de Pontevedra y su memoria está siempre presente. Como bien has dicho, a pesar de que habíamos estado en las mismas batallas, no habíamos coincidido militando hasta los últimos años en La Comuna. Me queda el recuerdo de su capacidad de lucha y su confianza en la fuerza de la organización, su optimismo contagioso, su bondad y sus convicciones y su sonrisa, su hermosa y gran sonrisa. Con él se podía aprender mucho, muchísimo. Su falta resulta muy dolorosa porque no pudo obtener la justicia por la que tanto había luchado y porque le quedaban muchos años por delante para seguir peleando.
Sobre el movimiento por la Memoria Histórica en Galicia no puedo expresar más que mi más profundo respeto, no solo por las batallas que se van ganando después de tantos esfuerzos sino, sobre todo, por sus activistas. He tenido la oportunidad de conoceros a muchos y me parecéis personas magníficas, grandes, a quienes tengo admiración y cariño, mucho cariño. El mismo que he recibido de vuestra parte.
Me gustaría nombraros una a una, pero sería interminable y, con vuestro permiso, me voy a permitir nombrar a una persona admirable para todas y todos y que he tenido la suerte de conocer: Telmo Comesaña. Un ejemplo.
Gracias a ti y a todxs por el trato que he recibido cada vez que he podido ir a esa maravillosa tierra, que tanto quiero: Galiza, ceibe!
Me gustaría terminar con una pregunta relativa a tu actividad profesional, ya que en esta situación de alarma sanitaria que estamos viviendo parece que poco podemos hacer más que seguir las indicaciones de llevar las mascarillas, lavarnos las manos con frecuencia y guardar la distancia social, sin embargo se habla muy poco o nada de la nutrición. ¿Qué consejos nos puedes dar para una nutrición sana, que contribuya a reforzar nuestras defensas, si eso es posible, para que nuestro organismo esté más fuerte contra los virus?
Permíteme que diga lo de “me alegra que me haga esa pregunta” y te contesto con mucho gusto:
No existen alimentos o suplementos específicos que refuercen nuestras defensas, en realidad tal cosa se consigue con una dieta que cubra las necesidades de nuestro organismo y, particularmente, que cuide de nuestra microbiota (lo que antes se conocía como “flora inestinal”).
¿De qué forma? La respuesta es repetitiva y simple. Alimentación saludable, un conocimiento que tenían nuestras abuelas y madres, que sabían aprovechar todo lo que tenían a su alcance. Por desgracia ha ido imponiéndose una forma de comer más “generalizada”, que ha alterado las costumbres de alimentarse con alimentos de disposición cercana. Falta tiempo para todo, sobre todo para comprar y cocinar y lo estamos pagando en salud.
Por tanto, no deben faltar alimentos de origen vegetal: pan y cereales (sin azúcar), patatas, legumbres, frutas, verduras, hortalizas y frutos secos, que nos van a aportar nutrientes, fibra, vitaminas y minerales y, algo importante, sustancias no nutritivas pero que contribuyen al buen funcionamiento de nuestro organismo como son los antioxidantes y otros bioactivos. Consejo: que haya alimentos vegetales de todos los colores.
En cuanto a los alimentos de origen animal: pescados, mariscos, carnes, huevos, leche y lácteos, representan el principal aporte de proteínas y grasas, salvo el pescado blanco y el marisco, que no contienen apenas grasas. El pescado azul es de las pocas fuentes alimentarias de ácidos grasos Omega 3 que tanta buena fama tienen, merecida desde luego. O sea, que es preferible optar por pescado que por carnes y en Galiza tenéis la suerte de disponer de estos alimentos frescos y lo deberíais aprovechar.
Y, respecto a la pandemia, poco puedo decir que ya no se haya dicho: protegerse y proteger a los demás es lo fundamental. El mayor problema lo tienen las personas en situación vulnerable: con ingresos insuficientes, sin techo o hacinados en viviendas insalubres, ancianos en residencias, inmigrantes sin papeles, etc. etc. Los parias de nuestra tierra. ¿De qué puede servirles que les digamos que se alimenten bien si no pueden comprar los alimentos frescos que necesitan porque suelen ser más caros? ¿Si no tienen un espacio digno para vivir o no reciben la atención necesaria?
Cuando decimos que los delitos de lesa humanidad son crímenes que avergüenzan a la humanidad entera, deberíamos añadir que el abandono a su suerte de tantos seres humanos en situaciones tan precarias también debería considerarse un delito de lesa humanidad y que los Estados respondieran por ello.
Nos queda mucho que conseguir, desde luego. Creo que nuestra lucha contra la impunidad del franquismo sin duda favorece el resto de las necesarias luchas para conseguir lo que tanto anhelábamos en nuestra juventud: un mundo mejor.