Marzo 2011-2019

03/04/2020

 

In memoriam Jose María Galante Chato

Agur

31/03/2020 | Josu Ibargutxi 
Viento Sur

Era marzo de 2011. Alrededor de un año antes nos había llegado la onda de un intento de judicialización del franquismo… allá por Argentina, con algunas víctimas que querían querellarse acogiéndose a la jurisdicción internacional contra crímenes de lesa humanidad.

Y ese mes de marzo de 2011 terminó de ponernos las pilas, cuando tuvimos la inesperada suerte, gracias a tu sobrina, de visitar la vetusta y ya destartalada cárcel de Segovia y pasear por sus abandonadas galerías y celdas, que ya se venían utilizando como plató para películas carcelarias.

Los seis visitantes (Gus, Enrique, tú, Sabin, Javier y el menda) éramos los prisioneros ocupantes de una gran celda en la que compartimos durante aquellos años de cárcel muchas cosas importantes de nuestras vidas… y para nuestras vidas… mientras por las noches preparábamos frenéticamente el primer intento de fuga de 1975, frustrado por el infiltrado Lobo en ETA pm.

Aquellas vivencias y duras experiencias carcelarias de huelgas de hambre; de búsqueda constante de vías de escape; de luchas y protestas por la represión interna y la de las calles y ciudades; de impotencia por sentir cómo fusilaban a nuestros compañeros, a Puig Antich, a Txiki, a Otaegi, a Baena, a Sanchez Bravo, a García Sanz… quedaron grabadas en nuestras seseras. Son las que, pasados los años, una vez en libertad, nos llevaron a juntarnos periódicamente; casi me atrevería a añadir que lo necesitábamos compulsivamente, sobre todo tú. Y allá por los años 90 iniciamos nuestras reuniones anuales, en las que incluimos, cómo no, a nuestras compis del alma, Lurdes, Marimar, Teresa, Justa, Pilar y Edurne.

Pero mis recuerdos me están liando demasiado…

Aquella mañana segoviana y primaveral de 2011 fue afortunada: iniciamos nuestra visita carcelaria con instrucciones de tu sobrina para andar calladitos, pero derivó en voces y risas cuando paseábamos por galerías, celdas y patios, que llamaron la atención a otra gente que andaba por la prisión. Y terminamos cruzándonos con la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Segovia, que también había venido a la cárcel para intentar plantearse la recuperación del viejo edificio con el fin de destinarlo a otros menesteres más acordes con los tiempos. Y se topó con nosotros.

Chato, en este mismo momento mis neuronas me están transmitiendo con nitidez lo que nos espetó aquella señora cuando se enteró, boquiabierta, que éramos antiguos prisioneros políticos en aquella cárcel: entonces… ¡¡ustedes son la memoria viva de esta prisión y de la represión franquista!!”

Si lo dijo, ya lo dijo. Tras pasar una grandiosa mañana de risas, bromas y abrazos, en la sobremesa del restaurante donde comimos quedó sellada la decisión: había que organizar asociaciones memorialistas, al menos donde pudiéramos. Y Madrid y Euskal Herria eran dos buenos sitios. Allí nacieron las dos hermanas: La Comuna de Presos y Goldatu Elkartea. (Te molestaba no comprender exactamente el significado vasco de ese nombre, y se te hacía imposible entender nada cuando hablábamos en “arameo”, como tú decías cada vez que nos oías hablar en euskara. Pero respetabas mucho todo el trabajo de recuperación de un idioma tan ancestral pero vivo y necesario en una Euskal Herria que tanto te gustaba y también tú deseabas libre).

Le necesidad de recuperar la Memoria estaba cada vez más clara, sobre todo viendo lo poco que daba de sí la Ley de Memoria Histórica de 2007. Conocíamos la existencia de interesantes y laboriosas asociaciones que habían iniciado la exhumación de fosas y recopilación de información y datos, pero casi todo se ceñía a los períodos de guerra y postguerra. Del denominado “posfranquismo” apenas se decía nada. Además, nos chirriaba y chirría esta expresión, porque los años 60 y 70 de pos- no tenían nada; y porque en las décadas siguientes gran parte del franquismo se ha mantenido incrustado en todas las estructuras del Estado que surgió de la Constitución del 78.

Así que echamos a andar para crear nuestras Asociaciones y trabajar para la recuperación de la dignidad y la Memoria de los miles y miles de militantes de muchas organizaciones políticas de todo el Estado, que en la clandestinidad de los años 50, 60, 70… combatieron al franquismo con toda su energía y sufrieron cárcel, torturas, exilio, muerte y todo tipo de represión.

2012 fue el año que palpamos las posibilidades que había para judicializar los crímenes del franquismo, cuando los dos, junto con Sabin y Manolo, viajamos por primera vez a Buenos Aires. Las numerosas muestras de apoyo y adhesión que apreciamos allá, y los resultados positivos que ellos consiguieron con el procesamiento de todos los participantes en la dictadura que Argentina sufrió entre 1976 y 1983, reforzaron la convicción de que el camino era posible, a pesar de lo costosos que eran, en tiempos y esfuerzos, los procesos judiciales, viciados ya en el Estado español, y desde sus raíces, por disposiciones legislativas que garantizaban la impunidad de los herederos del franquismo

Para combatir todo ello dimos con un soporte muy importante: Carlos Slepoy, avezado y prestigiado abogado argentino en las lides que pretendíamos iniciar, quien terminó siendo un gran compañero y amigo. Se nos unió también otra abogada y jurista argentina, Ana Messuti, que inició las tramitaciones y revisiones de las querellas que empezamos a presentar y enviar a Buenos Aires.

Siendo conscientes de que nuestras Asociaciones, ellas solas, no podrían dar grandes pasos, y conocedores de la existencia de diversos movimientos de memoria, reivindicación y reconocimiento de las víctimas del franquismo que estaban brotando por el Estado, una vez de vuelta de nuestro periplo argentino propusimos inmediatamente la formación de Plataformas unitarias en todas las zonas que fuera posible. Y nació la “Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina”.

2013 fue el espaldarazo de lo que desde entonces se llamó “La Querella Argentina contra el franquismo”, cuando en dos viajes fuimos capaces de organizar y acompañar a unas 30 víctimas de todos los puntos del Estado ante la jueza Servini. Incluso conseguimos la compañía de algunos alcaldes vascos e integrantes de la Comisión de DDHH del Parlamento Vasco. Fue el año que conseguimos también una declaración institucional firmada por los representantes de todos los partidos políticos del Congreso de la Nación Argentina apoyando nuestra lucha contra la impunidad del franquismo.

Con todo ello logramos romper el muro de silencio mediático, y los grandes medios informativos tuvieron que empezar a hablar de ese franquismo latente, agazapado en estructuras estatales, societarias y fundaciones. Lo acontecido desde aquel ignominioso golpe militar de 1936, que algunos pretendían olvidar, empezaba a ser denunciado por centenares y miles de víctimas.

Pero 2013 también nos marcó con algo que tuvimos que llorar amargamente: la muerte de nuestro querido compañero y amigo, Sabin Arana. Estuvo con nosotros en Buenos Aires el año anterior, pero en éste no pudo: acuérdate que de vuelta de Argentina aquel septiembre tuvimos que salir corriendo, sin deshacer las maletas, desde Madrid a Gasteiz para visitarle en el hospital, y se murió en nuestras manos, mientras con un hilo de voz nos animaba, “segi aurrera”, seguid adelante… Marimar nos decía entre lágrimas que no se murió antes porque nos estaba esperando.

Quedamos muy tocados con la muerte de “nuestro” Sabin. Esos días me comentabas que fue la segunda muerte que más te había dolido. La primera fue el asesinato por la BPS de Madrid de Enrique Ruano en 1969. Me contabas que fue la muerte de Enrique, tu gran amigo y compañero de luchas estudiantiles en la Uni de Madrid, la que te llevó a iniciar activamente tu militancia antifranquista. Antifranquista y roja. Antifranquista, roja y ecologista. Y feminista… y antitodo lo que este sistema capitalista depredador está generando en el mundo.

Desde entonces no has parado hasta hoy, chaval. Y no podía ser la poli quien te parara. Tenía que ser un puñetero virus en un cuerpo ya vapuleado previamente por un cáncer. Eras muy fuerte, Chato, no solo mentalmente sino físicamente. Pero la naturaleza hace lo que le da la gana y cuando le da la gana. Y hoy nos ha tocado llorar mucho porque te haya elegido a ti.

Hasta siempre, delincuente. Has dejado una huella imborrable no solo en tu entorno madrileño, sino en el galego, en el vasco, en el catalán, en el andaluz… No nos queda más que seguir el camino, que lo haremos al andar, como dijo el poeta; al andar por los vericuetos que tanto te gustaban, que tanto necesitamos seguir desbrozando con fuerza para conseguir una sociedad más justa y plena de libertades.

¡¡Hasta siempre, Chato, compañero del alma!!

¡¡Que la Madre Tierra te acoja bien en sus brazos!!

Josu Ibargutxi, Goldatu Elkartea