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Actualizado:Público
El genocida Queipo de Llano ya está fuera de La Macarena. Después de que el Gobierno de España enviase una carta a la Hermandad sevillana para que cumpliese con la Ley de Memoria Democrática, los restos del militar golpista y de su mujer han sido finalmente exhumados este 3 de noviembre. La operación, que se ha desarrollado en poco más de cinco horas, culminó a las dos y veinte de la madrugada. Pero, ¿por qué había que sacar esos huesos? ¿Qué crímenes cometió?
Sobre el fantasma de Queipo sobrevuelan matanzas indiscriminadas contra civiles, aniquilación del adversario social y político, violaciones masivas de mujeres, saqueo y robo sistemático a los vencidos, uso de trabajadores esclavos… Todo un ramillete de graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas, en gran parte, en ciudades sin guerra: Sevilla, Cádiz, Huelva y Córdoba.
La biografía de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (Tordesillas, 5 de febrero de 1875 – Sevilla, 9 de marzo de 1951) está manchada de sangre. La aplicación de la pedagogía del terror permite hablar de genocidio y del golpista, que llegó a ser conocido como ‘virrey de Andalucía’, como criminal de guerra.
Asesinatos de 'rojos'
Andalucía suma al menos 45.566 asesinados por el fascismo español en 708 fosas comunes. Son los números oficiales, del Mapa de Fosas. Y se quedan cortos. La cifra supone un tercio de los desaparecidos forzados en todo el país y supera el terrorismo de Estado de las dictaduras de Argentina y Chile juntas. La mayoría de los muertos siguen tirados en fosas comunes y sus familias nunca han podido encontrar sus huesos.
Y Queipo es responsable de las matanzas como jefe del sublevado Ejército del Sur. El propio golpista lo dejaba claro: "Vayan las mujeres de los rojos preparando sus mantones de luto", decía a través de Radio Sevilla. "¡Id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad", alentaba en sus alocuciones radiofónicas.
Violencia contra las mujeres
Matar 'rojos', violar 'rojas'. Así animaba el propio genocida: "Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen". Deja poco margen a la interpretación.
Andalucía es la única región con fosas solo de mujeres. Como las "niñas del Aguaucho", las 17 rosas de Guillena, las de Puebla de Guzmán, de Zufre, de Higuera de la Sierra, las de Grazalema… O las nueve aceituneras asesinadas por ser mujeres, jornaleras y afiliadas a un sindicato. Vivían en San Juan de Aznalfarache y fueron ejecutadas el 24 de octubre de 1936 en Sevilla, justo el mismo día, 86 años antes, de que una carta obligase a la Hermandad de La Macarena a sacar de su Basílica los restos óseos del golpista Queipo.
El mayor crimen de guerra
La Desbandá. Con ese nombre se conoce –poco– al mayor crimen de guerra del fascismo español. Decenas de miles de refugiados van a ser atacados por tierra, mar y aire por tropas franquistas con apoyo de la Alemania nazi de Adolf Hitler y de la Italia fascista de Benito Mussolini.
Diversos estudios calculan al menos 5.000 muertos entre unos 200.000 desplazados. El drama humanitario precede a Gernika (Bizkaia) –26 de abril del 37– o Xàtiva (València) –12 de febrero del 39– y los supera en dimensiones. La huida masiva es la única respuesta a las matanzas en las zonas de Andalucía donde no hay guerra y sí represión sistemática contra civiles: las personas refugiadas eran en gran parte mujeres, menores y personas de edad avanzada.
Robo a los derrotados
El saqueo a los vencidos forma parte de la estrategia aplicada por golpistas. En la pedagogía del terror cabe la rapiña y el robo a los derrotados cae en cascada, pueblo a pueblo. Casa a casa. Al menudeo, desde una máquina de coser a un burro. O a lo grande, desde una casa a un puñado de tierra de cultivo.
Y Queipo se anticipa a Francisco Franco. El 'virrey de Andalucía' tendrá su propio palacio antes que el dictador asalte el Pazo de Meirás. El cortijo de Gambogaz es una finca emblemática de centenares de hectáreas a las puertas de Sevilla y que la ciudad regaló al golpista mediante suscripción popular como regalo por salvar la ciudad del "dominio rojo", según el mito fascista. Queipo llegó a usar a trabajadores esclavos –presos políticos como mano de obra forzada– en la citada hacienda.
"Dadle café" a Lorca
Queipo quiso dominar el sur a base de sangre y fuego. Y a fe que lo hizo. En los escombros de aquellas matanzas siguen perdidos millares de ciudadanos y entre las personas asesinadas bajo su mandato de terror también hay nombres reconocibles. Como el del poeta español más universal: Federico García Lorca.
"Dadle café, mucho café", dijo Queipo. Que maten la palabra. Así lo narró el hispanista Ian Gibson en El asesinato de García Lorca. Café al poeta. Café, como abreviatura de 'Camaradas: Arriba Falange Española', contó Antony Beevor en el libro The battle for Spain: the spanish civil war 1936-1939.
O el Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, detenido de forma ilegal y asesinado por fascistas en agosto del 36. Sus restos yacen, en teoría, en alguna de las fosas comunes del cementerio de Sevilla, donde el trabajo arqueológico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi duplica las previsiones iniciales con unos 1.600 cuerpos recuperados de víctimas del franquismo. Una intervención que retrata la película Pico Reja, encaminada a la nominación a los Premios Goya como Mejor Documental.
Pedagogía del terror
Instigar a asesinatos masivos, sin juicio previo ni capacidad de defensa del ejecutado. Alentar a violaciones sistemáticas de mujeres. Ordenar el ataque por tierra, mar y aire a caravanas de refugiados. Provocar el robo metódico a los derrotados. Matar a Lorca, a Blas Infante, y a decenas de miles de personas en el mayor genocidio perpetrado en España.
El listado de crímenes describe un paisaje del terror. Una recopilación de graves violaciones de los Derechos Humanos. Con tales mimbres, no cabe sino definir a Queipo como genocida, criminal de guerra y golpista.
Y de ahí, desde la base de la historia reciente de España, el Gobierno pedía en una carta a la Hermandad de La Macarena la exhumación y el traslado de los restos de Queipo como "responsable de la represión en Andalucía". Y también de Francisco Bohórquez Vecina, auditor de guerra y responsable de la ejecución de sentencias de muerte. Ambas exhumaciones se han producido ya, sin ninguna comunicación oficial previa.
La misiva que enviaba el Gobierno recordaba que "los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de Derechos Humanos cometidas durante la guerra o la dictadura". Además, desde Presidencia insistían en "poner fin a esta situación" cuanto antes. El levantamiento ya es, por fin, una realidad.