Abrir las fosas descubre a los ejecutores.
La fosa de Benamahoma: la crónica genocida de los falangistas 'Leones de Rota'
Los franquistas mataron en la pequeña aldea de la sierra de Cádiz a más de 50 personas en apenas un mes, de agosto a septiembre de 1936
Los autores de los asesinatos fueron un grupo falangista denominado los Leones de Rota
El vicepresidente de la Junta y una comisión de parlamentarios andaluces han visitado los trabajos que ya presentan los primeros restos óseos de víctimas
La memoria avanza y vence al terror. Como ocurre en la fosa de Benamahoma (Grazalema, Cádiz). El lugar donde la crónica del genocidio fundacional del franquismo tiene nombre: el grupo de falangistas conocidos como los 'Leones de Rota'. Allí, en este municipio, el recuerdo supera décadas de olvido e impunidad para acabar buscando los huesos del medio centenar de víctimas ejecutadas en la aldea entre agosto y septiembre de 1936.
En el pequeño pueblo gaditano no hubo guerra civil. La plaza cayó rápido en manos rebeldes, igual que la mayor parte de la provincia y el suroeste peninsular. La fácil conquista no evita que las tropas fascistas pongan en marcha la estrategia de aniquilación del adversario social y político.
Las tapias de la iglesia muestra aún hoy un reguero de impactos de bala. Los cuerpos inertes de los ejecutados acaban arrojados a los sucesivos agujeros abiertos en el antiguo cementerio local. Sólo unos metros ladera abajo. Los golpistas de la zona inician la represión de inmediato, con el apoyo decidido de las fuerzas paramilitares de Falange conocidos como los 'Leones de Rota'.
Asesinato y violación a personas del “bello sexo”
La crónica genocida queda relatada por el propio régimen de Franco. "Ejecuciones y asesinatos, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, saqueos, violaciones, amenazas, coacciones, torturas...", narra el historiador y arqueólogo director de los trabajos en el antiguo cementerio de Benamahoma, Jesús Román.
La fuente fundamental para conocer “cómo funcionó todo el aparato represivo” en el caso es el Procedimiento Sumarísimo Nº 1098 de 1940 incoado al cabo de la Guardia Civil Juan Vadillo. Lo cuenta Francisco Espinosa Maestre en uno de los capítulos de La Justicia de Queipo.
Vadillo es el máximo responsable de la carnicería y, tras varias denuncias anónimas, queda acusado de esos crímenes y condenado a 17 años de cárcel. El criminal responde, no obstante, de un solo crimen. El de una mujer. El resto, más de 50, queda justificado por la aplicación del Bando de Guerra, según consta en la sentencia.
Pero el cabo no es un lobo solitario. Tiene el animoso soporte de la centuria falangista 'Leones de Rota' liderados por Fernando Zamacola Abrisqueta. De sus terroríficas hazañas dan fe los propios criminales en la causa: “asesinatos perpetrados por él mismo en personas menores de edad o de reconocida buena ideología, varios de ellos en personas del bello sexo con el exclusivo fin de violación por parte del citado Juan Vadillo Cano, y sobre saqueos e incautaciones verificados con el solo objeto de lucro”.
Memoria oral del terror
Es la historia que todos repiten en el pueblo. El relato guardado en el primer estante de la memoria oral. La retahíla que traza las secuelas del terror y la barbarie. Los falangistas ejecutan a una mujer “recién parida”. Yace tirada a los pies de la iglesia, junto a un grupo de víctimas yacentes. La mujer está viva. Acaba arrastrándose calle abajo, como una alimaña malherida. Los fascistas, avisados, sólo siguen el rastro rojizo dibujado en el suelo. Dicen que la rematan. “Otros refieren que el sepulturero la encuentra y la remata dándole con la pala en la cabeza”. Cuentan “que la sangre se le mezclaba con la leche” de aquella mujer “recién parida”.
El drama de las hermanas Sarmiento
“Nunca le hemos visto la cara a nuestro padre”, dicen las hermanas Ana y María Sarmiento a escasos metros de la fosa abierta. Tienen 83 y 81 años. No se atreven a asomar los ojos encharcados al agujero excavado. No son capaces de ver los huesos.
Alguna de esas personas pudiera ser Antonio Sarmiento, su padre. “Tengo una cosita, como nervios por dentro”, dice María. “Yo sí estoy muy nerviosa”, interrumpe Ana. Ya saben “dónde están”, en mitad de "una extraña mezcla de alegría y tristeza”.
A su padre lo arrastraron a Benamahoma desde el vecino pueblo de El Bosque. En el juicio al cabo de la Guardia Civil, los falangistas confirmaron los crímenes.
“Vadillo ordenaba los fusilamientos”, confiesan en la causa. Matan a “unas 50 personas, entre ellas algunas mujeres”. También “fue sancionado (muerto) un muchacho de 15 años”. El drama de las hermanas Sarmiento y el de todas las víctimas del franquismo.
El inicio de los trabajos de localización y exhumación ya ha deparado la aparición de los primeros restos óseos. Como ha comprobado el vicepresidente de la Junta de Andalucía y consejero de la Presidencia, Administración Local y Memoria Democrática, Manuel Jiménez Barrios, y un grupo de diputados andaluces de la comisión de Presidencia, Administración Local y Memoria Democrática del Parlamento de Andalucía.
La visita del vicepresidente del Gobierno regional significa la más alta presencia institucional andaluza en una fosa del franquismo. Antes, una delegación del Parlamento encabezada por la consejera Rosa Aguilar hizo lo propio en la fosa de Puerto Real. En la cita en el antiguo cementerio de Benamahoma, Jiménez Barrios ha querido destacar la subida del 154% de la partida para actuaciones en fosas en 2018 "como muestra del compromiso de la Junta con la Memoria Democrática".
Las tareas de campo y científica en la sierra gaditana están dirigidas por el historiador y arqueólogo Jesús Román y el antropólogo Juan Manuel Guijo. Como el resto de proyectos exhumatorios, 57 aprobados entre los años 2016 y 2017, están coordinados desde la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta. Caso de las próximas actuaciones: Lucena (Córdoba), Nerva (Huelva), Villanueva de la Concepción (Málaga) y El Coronil (Sevilla).